miércoles, 10 de septiembre de 2008

De raíces, plantas y sueños

Hace días que me vengo sintiéndome triste, no se...algo diferente, algo extraña; como una planta que no sabe para donde crecer. A veces siento que me da el sol en la espalda y que mi gente linda me riega de felicidad; pero otras siento que mis días son solo nublados y el sol se aparta de mi cielo, y no logro crecer ni un centímetro más allá de la tierra que me sostiene.
Siento como si mis raíces se arraiguen a algo pasado; pero no logro visualizar que sea. Quizás “eso” no sea un sólo eso, sino la suma de muchos; quizás sea todo, todo lo correspondiente al pasado. Mi infancia, mis juegos, mis amigos, mis colitas de caballo, mis corridas, mis abuelos, mi jardincito, mis dibujos, mi primaria, mis señoritas, mis ventanitas en los dientes, mi ingenuidad, mi sonrisa picara, mis muñecas, mi perro, mi cochecito, los avioncitos de mi papa, los kinder de mi abuela, los almuerzos en su casa con huevos fritos y papitas, los saltos en la cama de mamá, los juegos en la vereda de casa, las vacaciones en el colegio jugando en toboganes y calesitas, las trepadas en los árboles con amigos, las escondidas, las manchas, la cálida y hermosa niñez que viví. Eso es lo que extraño hoy, hoy que estoy cumpliendo dieciocho años; ni más ni menos.
Es una etapa de cuestionamientos incesantes para mí, y la verdad que es abrumador no encontrarles respuesta alguna. No sé para donde agarrar, y aunque se que muchos están igual que yo, no logro dejar de pensar que estas dudas son existenciales.


Quiero ser muchas personas, y ser todas en una a la vez. Quiero ser estudiante, trabajadora, mamá, esposa. Pero primero quiero ser novia. Quiero estudiar publicidad, danza, tela. Quiero pintar y hacer surf, tocar el piano y el saxofón. Quiero pintar en acuarela e irme a vivir sola, quiero tantas cosas y tan diversas; que no se que iré a concretar y que no. Quizás nada. Quizás todo.
Pero bueno, por ahora lo que me trae la vida es terminar el colegio, egresarme, irme de un lugar tan conocido para mí como para sus dueños, irme de un lugar al que pertenecí por quince años, en el que crecí, en el que conocí a las mejores personas que la vida me supo presentar. Hoy me toca desprenderme de algo sin lo que no se vivir. No digo que no se vivir sin estudiar porque no es lo que mas me agrada, pero no se vivir sin levantarme temprano, saludar a mis compañeros, despertarnos juntos en el primer recreo, gastarnos toda la mañana, reírnos, permanecer juntos, crecer juntos.
Y lo que viene detrás de eso; eso es lo que no me gusta nada. Me gusta la idea de que mis tallos crezcan y se eleven un poco más cerca del cielo, pero no de que me arranquen de mis raíces para ser hervida y comida por extraños que quieren sacar el mejor provecho de mí. No quiero entrar en el mundo del trabajo, no quiero entrar en la sociedad del consumo, y que me coman como a un pescado.
Que soy una planta lo se; me falta saber que clase de planta soy.
Sé que soy una de las tantas plantitas de este jardín; haber, lo que quiero decir es que soy una de las tantas pequeñas personitas de este mundo; pero… ¿Qué clase de persona seré? Qué lugar ocupare entre tantos otros?