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Ojos claros,
cabellos de mil colores, mirada picaresca,
actitud canchera, tonada y aspecto "gangsteril". Músico de aquellos, el “Potro” tocaba un poco de todo, desde piano hasta percusión, su energía era incontrolable, única fuente inagotable en Rodrigo para darse cuenta del por qué sigue siendo el Nº 1 del cuarteto. Rodrigo el Potro cordobés se insertó en todos lados. Los bailes, los boliches, el teatro; todos estallaron al ritmo del Príncipe del cuarteto. Así era y es Rodrigo Bueno, un poco de todo;
espontáneo, alegre, divertido, original, hacía lo que quería y no se dejaba llevar por el que dirán. Todos los días distintos, como el
camaleón cambia de colores según la ocasión, único e inagotable, quizás esta también sea una parte de su éxito, la necesidad de contar con alguien alegre y divertido, que nos haga pasar un buen momento y que nos incite a vivir la vida con mayor optimismo.Un raro carisma: crossover musical, capaz de sortear las barreras de las edades y de las clases sociales, un talento musical tan poco confiable como efectivo a la hora de hacer bailar a la multitud.
Francotirador verbal,
irritador de las correcciones del buen gusto, transgresor de las tradiciones,
loco lindo, rebelde
sin causa atormentado por litros de cerveza, borracho de imaginados consumos.Tenía dos años y ya jugaba a ser artista. Soñaba con llegar a ser una estrella de la música subido a una mesa. Por eso, el primer regalo que recuerda fue un micrófono de madera que le hizo especialmente su tío carpintero.Era un chico que cantaba sin inhibirse ante más de 5 mil personas. Abandonó la escuela cuando estaba en séptimo grado. Un amigo lo fue a buscar a la salida del colegio para que se presentase a un casting musical. Para escaparse, Rodrigo le dijo a su maestra que se sentía descompuesto. Se retiró, dejó la mochila con los útiles y nunca más volvió porque lo eligieron para formar parte del grupo Manto Negro. Ahí cobró su primer sueldo como profesional.Tenía 15 años cuando escribió su primera canción, "La foto de tu cuerpo", al poco tiempo grabó su primer disco con el mismo nombre. Llegó a Buenos Aires a fines de 1990 e inmediatamente sus presentaciones arrancaron suspiros y gritos de la platea femenina.En esa época usaba pantalones de jeans y botas texanas negras, siempre quiso ser distinto, y adoptó un estilo propio. Cuando todos usaban el pelo largo, Rodrigo se lo cortó. También dejó de usar los sacos con hombreras, prefería las camisas al cuerpo o actuar directamente con el torso desnudo.Murió de la misma forma en que vivió: a todo galope, a toda velocidad. Estaba en la plenitud de su juventud y en lo más alto de la cima en su carrera. Allí, bien alto, bien arriba,
dónde solo llegan los elegidos.

"... te fuiste demostrando ser un rey, el pueblo te abrazo y dijo no no no y no; Rodrigo no morirá jamás..."
Ro-ro-ro-ro-ro-ro-ro-ro-ro-ro-ro-ro-ro-rooooodriiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiigooooooooo Carajoooooooooo.